¡Buenos días navegantes de mis entretelas!
Cuántos días sin escribiros...
Es que entre pitos, flautas, flautines y demás instrumentos
de viento, no encontraba el momento.
El fin de semana pasado estuve en
Ilustratour y lo pasé genial.
Me reencontré con amigos maravillosos, afiancé amistades
y conocí a ilustradores excepcionales.
Qué bien sientan estos encuentros.
Te sacan de la rutina y vuelves al trabajo con ganas renovadas.
Aunque os diré que vuelvo muy, muy agobiada,
para no variar.
Siento ser tan pesada, siempre con lo mismo...
Por eso, a lo mejor, no estoy tan activa
este verano con las entradas en el blog.
Tengo mucho que hacer pero como siempre
os echo mucho de menos, haré todo lo posible
por acompañaros siempre que pueda.
Quería haberos hecho una ilustración refrescante
pero los pinceles no me dan de sí,
aunque prometo que la haré,
que queda mucho verano y muchos días de calor.
A lo que voy:
Yo soy de ese grupo, pequeño, muy pequeño y raro
de personas que tras cumplir los dieciocho años
no se sacó el permiso de conducir.
Me da vergüenza contarlo pero así es.
No tengo ni coche, ni carné, aunque mejor decirlo al revés
porque sería absurdo tener coche y no tener carné.
Pero últimamente estoy pensando
que quizá me compre un coche.
Sí, aunque no pueda conducirlo...
Quiero un coche para colgar en el retrovisor
¿Acaso Harold Lloyd, en una de sus maravillosas películas,
no se compró un coche impresionante
para que le hiciese juego con su traje nuevo?
Pues yo me compraré un coche, también impresionante,
para colgar el ambientador...
Y moveré el volante como si estuviera conduciendo,
tocaré el claxon, simularé el ruido del motor,
sacaré el brazo por la ventanilla y saludaré a los viajeros,
todo esto acompañada de un delicioso olor.
Sí, mañana mismo lo hago.
Mientras he dibujado para Animikados esta ilustración,
que se ha convertido en un precioso soporte
para la bolita ambientador que ya os enseñaré.
¡Mil besos!
¡Que los días nos sean propicios y la fuerza nos acompañe!