¡Buenos días, navegantes!
¡Ya estoy aquí!
Volví de mi gira albaceteña el viernes.
Volví muy cansada porque han sido
días maratonianos, de pueblo en pueblo
y de biblioteca en biblioteca.
Veintiseis encuentros en siete días,
repartidos entre dos semanas.
Cuando me subí al AVE para volver a casa,
pensé que los elefantes que se balanceaban
en la famosa canción se me habían caído encima.
Hasta hoy no he podido hacer esta entrada
de ENORME agradecimiento,
porque tenía que comerme a besos a mi hijo.
Pero no os podéis imaginar
cómo me han tratado de bien en esas tierras,
lo querida que me he sentido
y lo inmensamente agradecida que me siento.
Gracias de corazón, a las bibliotecarias
y bibliotecarios albaceteños.
Sois muy grandes.
Gracias por transmitir tanto a los niños y niñas.
Gracias por haber hecho
actividades tan bonitas con mis libros,
por haberlos tratado con tanto cariño y entusiasmo.
Gracias por haberme recibido con tantísimo cariño.
Tanto cariño que a veces me sentía abrumada.
Me he ido con ganas de dar más,
de compartir más.
Tengo recuerdos preciosos.
Y soy consciente de todo lo que hacéis cada día
con tan pocos recursos.
Me gustaría que todos fuésemos más conscientes
de lo que significáis para la cultura de este país.
Y por supuesto gracias a Carmen y Juan
de la diputación.
Sois tan buenos y he estado tan a gusto
viajando con vosotros...
Habéis sido la mejor compañía que podía tener,
mi apoyo en estos días.
Pienso en vosotros y no puedo dejar de sonreír.
Y por supuesto a Ángel y Jose Antonio,
los conductores que me han llevado
por toda la provincia, de pueblo en pueblo.
Tengo grabado en mi cabeza el paisaje,
las llanuras interminables,
la luz del atardecer, cuando volvíamos,
sobre la cebada, aún tan verde, y los viñedos.
¡Gracias!
(Disculpad haber venido tan tarde a desayunar
pero tengo la conexión a internet vaga).